voy a germinar en tu alma
voy a enredarme en tus piernas
regarás mi sed
floreceré tus días
Basta de poesía.
Ahora tengo que hablarte directo, sin tanta parafernalia de recursos:
siempre lo supe, debo confesar.
Siempre supe que esto, o algo similar, iba a sucedernos
desde el primer "alguien es 420?" que leí de vos en el chat que nos introdujo,
desde ese primer encuentro frente a frente,
en donde te vi llegar y seguí de largo porque mi alma crujió copiosa.
(Sí, sí, así fue, mi amor, te esquivé porque lo supe al sentirte pasar a mi lado)
No tengo pudor alguno en afirmarlo ni en sostener que quizás, muy probablemente todo esté digitado, nada de esto puede ser una mera coincidencia.
Tampoco tengo reparos en nada, honestamente, estando con vos, me siento ilimitada.
Quizás algún nudo retorcido de mi cabeza,
entre tanta falta de garantía,
me haga sospechar de estar viviendo
algo tan singular
y a veces tiendo a creer que nada es real.
Pero aparecés, vos, entre la niebla
de mis dudas más atroces
y me recordás:
que estamos vivos
que estás ahí
que estoy acá
que estamos
que somos
que sentimos
que nos disfrutamos
que nos parecemos
que nos diferenciamos
Sé que sentir tanta libertad
debería darme pánico;
pero
no
puedo,
no
me
sale
tener
miedo
con
vos.
Hay algo, mi amor, que va más allá de lo que los simples humanos pueden entender
y que sólo vos y yo conocemos. Ése es nuestro secreto más resguardado, el que nos hace ser.
Hay algo, mi amor, que va más allá de lo que mis absurdos intentos de ponerlo en palabras puedan tratar de explicar (y los tuyos también). Vos sabés. Yo lo sé.
Hay algo, mi amor, entre vos y yo, que no es común, que hasta parece ajeno e indescriptible. Esas ganas de vernos, esa forma de extrañarnos, esos planes que surgen, esos deseos de compartir tanto, de seguir conocíendonos.
Hay algo, mi amor, que me dijeron cuatro tréboles de cuatro hojas, encontrados en cuatro minutos, en aquel lugar que tanto nos place, que no puedo decirte, pero sé que sabés.
Hay algo mi amor, que me hace adorarte más a cada segundo.
Hay algo, mi amor, que me lleva indefectiblemente a vos todo el tiempo.
Hay algo, mi amor, que me cambió la cabeza, el eje, las estructuras, los planes.
No sé si algo de vos, algo en vos o simplemente vos o todo vos.
Hay algo, mi amor.
Hay amor.
El resto es cotillón.